El vecino de Eaton Square y otros cuentos
Sarah Álvarez de Miranda
84-8053-055-3
- Edición: Primera
- Páginas: 144
- Fecha actualización: 17/12/2009
- Tamaño: 13 x 20 cm
- Idioma: en llingua castellana
12,00 € impuestos inc.
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Hermosos cuentos clásicos muy de hoy en día.
Sarah Álvarez de Miranda Álvarez tendría que haber nacido en Asturias, como sus hermanos, por expreso deseo de su abuelo materno, Don Melquíades Álvarez, que así lo exigía de todas sus hijas. Pero un adelanto inesperado del parto hizo que naciera en Madrid, en Marzo de 1932. No obstante, a los pocos meses sería trasladada a la tierra de sus mayores donde desde entonces pasaría ya todos los veranos de su infancia y adolescencia. En la contienda nacional perderá a su padre, caído en la Batalla del Ebro. Este hecho la marcará profundamente: «lo volví a perder en diferentes etapas de mi vida», dirá más tarde. De complexión delicada, no será enviada al colegio, siendo educada en su propia casa por profesores particulares. Desde muy temprano destaca su interés por la literatura y la historia y en la extensa biblioteca familiar encontrará el mundo que su espíritu le pide. De esta manera se inicia por cuenta propia en la literatura griega, de la que sigue siendo una constante lectora, y en los clásicos españoles y otros europeos y americanos. Dotada de un espíritu crítico muy agudo, no se dejará influenciar por el clima cerrado de la posguerra, guardando celosamente su independencia de criterio. «Soy panteísta», confesará en cuanto su edad le permite hacer este análisis de sí misma. Su primer matrimonio, en 1956, la llevará a residir en La Habana. Al1í nacieron sus dos hijas, será testigo de la revolución cubana y, al fin, forzada por ésta a abandonar precipitadamente la isla, donde dejará bienes y pertenencias y, lamentablemente, los originales de una serie de cuentos que se pierden irremisiblemente. Pero siempre quedará su amor por Cuba. De regreso a Madrid se ve obligada a trabajar para mantener a su familia y hasta 1975, fecha de su segundo matrimonio, no tendrá el tiempo ni el sosiego suficientes para continuar su vocación literaria. La profesión de su marido (diplomático) la llevará una vez más a residir fuera de España. Esto no obsta para que todos los años regrese para tomar contacto con su tierra, de la que dice que siempre le pide a Dios que no le permita acostumbrarse a la belleza de sus valles. A partir de la jubilación de su marido, en 1986, reside ya permanentemente en Madrid y Asturias, donde un día piensa integrarse.
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